México lindo y querido

No sé de donde viene o cuándo se popularizó esta frase que, a mi parecer, describe sencilla y ampliamente lo que México es para mi y una infinitud de personas. Puedo decir, que después de mi estancia de 36 días en aquel país, y a pocos momentos de mi inminente regreso en el aeropuerto, nunca había sentido tanta tristeza al dejar una nación atrás.

Mirador en San Miguel de Allende

Viajé a México ya que hace poco tiempo me casé y, por supuesto, me decidí a celebrar mi dicha con un viaje. La elección del destino estuvo basada en mi idea de que uno jamás podrá tener una idea integral de América Latina sino ha visitado y conocido el territorio mexicano. Ese maravilloso país, del que hemos heredado cientos de productos culturales, era para mi, una deuda pendiente y un destino obligatorio.

Los 36 días surgieron de nuestro deseo bien intencionado de conocer una buena parte del territorio nacional, a sabiendas de que nos embarcábamos en una difícil empresa ya que México es extremadamente grande. Sin embargo, durante nuestra estancia nos hicimos una buena idea de lo sencillamente hermoso que es ese país de los chiles y mariachis, de las aguas frescas y los moles.

Palacio de Bellas Artes – Ciudad de México

Viajamos por varios destinos del país. Empezamos, por supuesto, por la Ciudad de México, una de las ciudades más fantásticas que he conocido. Vaya que los chilangos, como se denomina a quienes habitan en la Ciudad de México, fueron muy cálidos con nosotros. Nos habían advertido que no iba a ser así, fue una grata sorpresa que se equivocaran.

Estuvimos movilizándonos alrededor de la ciudad, especialmente a través del metro y de los buses, aunque también tomamos Uber. Si bien hubo estaciones de metro en las que nos sentimos inseguros, casi en todo momento sentimos tranquilidad al utilizar el sistema de transporte masivo de esta inmensa ciudad.

Ciudad de México tiene miles de destinos para ver. Entre mis favoritos: el Museo Soumaya, que cuenta con una enorme colección de obras de Auguste Rodin; la Cineteca Nacional, su fantástica arquitectura y gloriosos helados; y, por supuesto, el Museo Casa de León Trotsky, destino imperdible después de haber leído mucho sobre la Revolución Rusa. Debo añadir al Museo de la Memoria y Tolerancia, el cual me fascinó, de hecho, tiene un vagón original en el que se transportaba a prisioneros judíos desde varias partes de Alemania y Austria hacia los campos de concentración en Polonia. Es un sitio que merece ser visto.

Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim – Ciudad de México

Otros sitios imperdibles, son: el bosque y Castillo de Chapultepec, la Zona Arqueológica de Teotihuacán, la Casa Azul, el Zócalo, Museo del Templo Mayor, Tlatelolco, Museo Nacional de Antropología, entre otros.

Habitaciones en Castillo de Chapultepec. Durante una época el castillo fue la residencia oficial del emperador Maximiliano I de México

Asimismo, no puedo dejar de recomendar las luchas libres. Si uno visita la Ciudad de México debe ir necesariamente a uno de estos eventos. Una vez allí, no se debe pasar por alto que hay que dar una propina al acomodador de los asientos, así como disfrutar de una deliciosa cerveza nacional. Aclaro lo de la propina, porque durante mi viaje vi que a algunas personas les molestaba dar tips a las personas que ofrecían un servicio. Cabe destacar que la propina debe ser otorgada sin miramientos, ya que en México el servicio no se encuentra incluido en la factura que recibes.

Arena México

Y claro, no se puede pasar por alto, el tema de la gastronomía en la cual se ve reflejada parte de la riqueza cultural de un territorio. En Ciudad de México todo el mundo tiene prisa, de ahí que es muy frecuente que hayan miles de sitios para comprar algo al paso. La comida más representativa son los tacos, y su amplia variedad: suadero, alambre, arrachera, pastor, bistec, entre muchos otros. Inclusive, hay tacos de ojo, mollejas, sesos y demás.

Estos tacos se acompañan de guarniciones que están a tu disposición y que puedes servir en tu plato a discreción. Algunas de ellas, son: rábanos, pepinos, salsas de chile, guacamole y limón. Inclusive se puede pedir cebollas asadas. La gente suele acompañar sus tacos con bebidas gaseosas. Estos platillos son económicos y una gran opción para comer a cualquier hora del día. Por mi parte, y como buena amante del maíz, disfrute mucho de los esquites. El esquite es un snack de choclo o maíz desgranado, cubierto con mayonesa y otras salsas, puede ser tan picante como gustes.

Nuestro primer esquite

Recomiendo probar las deliciosas nieves, a las que también se puede colocar chile, así como los chilaquiles, las enchiladas y las famosas tortas. En fin, hay cientos de platos que se deben ir descubriendo poco a poco, en un país en donde la riqueza gastronómica es inmensa e inagotable.

Jorge y su primera torta cubana

Después de pasar 8 días en la Ciudad de México, a todas luces insuficientes para conocer todo lo que la ciudad tiene para ofrecer, fuimos en bus a la bella ciudad de Querétaro, en el estado del mismo nombre. En la ciudad hay un enorme monumento de Don Benito Juárez, que merece ser visto, así como el monumento al danzante conchero chichimeca y el acueducto de la ciudad.

Monumento al danzante conchero – Querétaro

Posteriormente, fuimos al Pueblo Mágico de San Miguel de Allende y a la ciudad de Guanajuato, en el estado de Guanajuato. México tiene más de 200 pueblos mágicos, es decir, la belleza está por doquier. San Miguel de Allende es una buena muestra de aquello. Esta ciudad que pese a que nos pareció cara, debido a que en ella se asientan muchos retirados especialmente americanos y europeos, conquista a quienes la visitan ya que cada callejuela, rincón, plaza y edificación histórica son sencillamente hermosas. De hecho, San Miguel de Allende es tan bonito que es uno de los destinos preferidos para realizar bodas.

La Santa Escuela de Cristo – Parroquia San Miguel de Arcángel

Algunos sitios imperdibles en San Miguel de Allende, son: Museo Histórico Casa de Allende, Museo del Juguete, San Miguel de Arcángel, calle Aldama, mirador, entre otros.

El Museo del Juguete fue sencillamente encantador porque a más de ser uno de los pocos en su clase, es un espacio para apreciar cientos de trabajos magníficamente logrados a manos de artesanos mexicanos.

Museo del Juguete – San Miguel de Allende

Posteriormente, nos trasladamos a la bellísima capital cervantina de América, Guanajuato. Un destino imperdible del país. Esta es una ciudad colorida y muy movida. De hecho, por las noches se siente la vibrante vida nocturna, generada en buena medida porque Guanajuato es una ciudad universitaria.

En Guanajuato se debe visitar necesariamente el Teatro Juárez. Es como hacer un viaje en el tiempo, el teatro te trasporta a inicios del siglo XX y es fácil imaginar cómo pudo haber sido la vida de los elegantes hombres y mujeres mexicanos que disfrutaban de eventos en ese espacio en aquel entonces. Además, se debe visitar el mirador del Pipila (tomar el funicular), la Basílica de Guanajuato, el Palacio de los 3 poderes, la Plaza San Fernando, el Callejón del beso, el Mercado Hidalgo, el Museo de las momias, la Alhóndiga de Granaditas, entre otros.

Mirador del Pipila

Me queda mucho más de medio viaje por describir. Nunca he sido asidua fan de los blogs que describen el recorrido del viaje día tras días, destino tras destino, así que dejo el resto de mi viaje a la imaginación. Sin embargo, les dejo mi itinerario. Después de Guanajuato, regresamos a CDMX y desde allí nos dirigimos a Taxco e Iguala (Guerrero), posteriormente a Puebla, Oaxaca, Yucatán y Quintana Roo.

Lo único que puedo decir para culminar es que México me enamoró, es un destino obligatorio e imprescindible en la agenda de cualquier viajero. Mi esposo y yo soñamos despiertos con regresar algún día, mucho más pronto de lo que esperamos.

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