La tierra de Borges y Cortázar es uno de mis destinos favoritos de Latinoamérica. La belleza de sus edificaciones, plazas, museos, parques y jardines, y su agradable vida nocturna y cultural, su comida y buenos vinos son algunas de las razones por las que siempre tengo deseos de volver.
La primera vez que fui a Argentina y mientras paseaba por las calles de Buenos Aires, sentí que me hallaba nuevamente en París. La arquitectura de la ciudad es muy europea, y me sentí transportada a la capital francesa con las variaciones propias de una gran urbe latinoamericana.

Con el afán de viajar nuevamente a Argentina, Jorge, mi esposo, y yo, estuvimos buscando vuelos baratos hacia Buenos Aires con mucho tiempo de anticipación. Pudimos conseguir pasajes a muy buen precio debido a que fuimos pacientes y constantes en la búsqueda, lo que nos animó a volver a la tierra en la que Jorge vivió por más de cuatro años y que yo visité por única ocasión en 2011.
De ahí que en noviembre de 2019, sin saber que sería el último viaje que haríamos antes de la eclosión de la pandemia en el mundo, viajamos a la famosa e histórica capital de Argentina, Buenos Aires. Una vez que arribamos a nuestro lindo y económico Airbnb en Palermo Hollywood, salimos a recorrer Palermo Viejo y sus bares. El ambiente es embriagante en esa ciudad repleta de bares, cafeterías, restaurantes y teatros.
En los días posteriores a nuestro arribo, y durante cinco días, visitamos lugares como: Jardín Botánico Carlos Thays, Jardín Japonés, Bosques de Palermo, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), Museo Nacional de Bellas Artes, Palacio Barolo, Casa Rosada y la histórica Plaza de Mayo, Avenida Corrientes (sus pizzerías y librerías), el Obelisco, Feria de antigüedades del barrio de San Telmo, Caminito en el barrio de La Boca, Plaza Francia, Universidad de Buenos Aires, Cementerio de la Recoleta, Puerto Madero, Librería El Ateneo, Gran Café Tortoni, Teatro Colón, Patio de los Lecheros en Caballito, y Floralis Genérica en la Plaza de las Naciones Unidas.

Es muy sencillo moverse a lo largo de Buenos Aires, el metro es económico y una gran opción para recorrer la ciudad, aunque principalmente usamos Uber que también es una gran opción. En relación a la moneda nacional, en Argentina es posible cambiar tus dólares en pesos argentinos, principalmente, en la calle Florida en donde existen muchas casas de cambio.
Uno de mis lugares favoritos en Buenos Aires es la pizzería Guerrín localizada en la Avenida Corrientes. Esta pizzería ha sido declarada de interés cultural y es un sitio que se debe visitar necesariamente si vas a Buenos Aires. El sitio te transporta a una clásica pizzería italiana, la comida es sencillamente fabulosa y el servicio es bueno.

Buenos Aires es un gran primer bocado de todos los bellos sitios a disfrutar en la grandiosa Argentina, y dado que es un país bastante extenso merece varias visitas. De ahí que sugiero que selecciones adecuadamente el sitio que vas a visitar fuera de la capital, ya que hay mucho por ver y cada destino merece algunos días de estancia.
En este viaje a Argentina, nosotros optamos por conocer Mendoza, la tierra del buen sol y del buen vino, estancia a la que le dedicamos tres noches y cuatro días.
La ciudad de Mendoza, capital de la provincia homónima, está localizada en la región de Cuyo y es mundialmente famosa por ser una zona vinícola en donde hay cientos de plantaciones y bodegas en donde se producen los internacionalmente reconocidos Malbec y otros vinos tintos.

Desde la ciudad de Mendoza, se pueden realizar tours de un día a sitios fantásticos como el Parque Provincial Aconcagua, un área protegida en los Andes argentinos, en donde es posible ver al gran coloso de América que tiene una altitud de 6.962 msnm. Además, en este paseo podrás conocer el Dique Potrerillos en Luján de Cuyo y el Monumento Natural Puente del Inca en Las Heras.

Además, dado que Mendoza es internacionalmente conocida por sus vinos, es necesario que conozcas algunas de las bodegas que se encuentran ubicadas en los conocidos Caminos del Vino de Luján de Cuyo, Maipú y Valle de Uco. En estas zonas hay cientos de bodegas y visitarlas depende de tus gustos y tu presupuesto. Si los vinos te fascinan y, sobre todo, si dispones de presupuesto y movilización propia, siempre es una buena idea hacer un recorrido por las más célebres o las más independientes bodegas, todo depende de tus preferencias.
Asimismo, antes de ir a visitarlas te recomiendo hacer una llamada o escribir un correo electrónico a aquellas que son de tu interés para realizar una reserva. Generalmente, las actividades que puedes realizar en estos sitios, son: recorrer la bodega, catar los vinos y almorzar en el sitio (en caso de que hubiere esa opción). Debido a que nosotros no teníamos mucho tiempo ni presupuesto para hacer un recorrido tan pormenorizado, decidimos tomar el Bus Vitivinícola, una opción más económica y turística, que nos llevó a la bodega de vinos Trivento y a una plantación de ciruelos.

Después de visitar Mendoza y volver a la omnubilante Buenos Aires, decidimos ir a Uruguay en un ferri de Colonia Express. En una próxima nota, te contaré sobre ese viaje a ese bello país que, al estar tan cerca de Argentina, es un pecado no visitar.
Visita Buenos Aires, una ciudad en la cual una simple tarde de verano, acompañada de sushi económico y una botella de vino de 6,00 USD, puede convertirse en una de las más memorables y divertidas de tu vida.
