Robert Jordan, un profesor americano, se encuentra luchando en contra de los fascistas durante la Guerra Civil Española. Su misión, volar un puente, y su vida gira en torno a este objetivo. El protagonista se interna en las montañas, y se sirve de un grupo de guerrilleros republicanos para lograr su cometido. Con ellos vive esta travesía y a través de su relato nos transporta de forma magistral a la España de aquellos difíciles años.
Pese a que es una historia que en su mayoría describe la vida de un grupo de hombres y mujeres ocultos en la montaña, el narrador también incluye un capítulo sobre lo que se encuentran atravesando los fascistas y quienes luchaban de ese lado en aquel sitio. Me gustó esta aproximación, ya que es posible conocer el sentir de los contendientes.
Tardé mucho tiempo en culminar Por quién doblan las campanas (1940), no por falta de mérito del autor, aunque sí me costó seguirle el ritmo a la obra en ocasiones. Sin embargo, recomiendo ampliamente este libro y considero que es una obra vital para conocer aspectos relativos a la Guerra Civil Española, a las guerrillas, a la lucha en favor de la República. Además, es un libro que nos recuerda el valor inmenso de la libertad, y la necesidad imperiosa de defenderla siempre y por sobretodo.
El relato es tan introspectivo que sientes que llegas a conocer a Robert Jordan. Un personaje orgánico, valiente, aguerrido, sensible, tenaz. Asimismo, al leer este libro es difícil no llegar a sentirte familiarizado con Pilar, María, Agustín o Fernando.
Por último, debo decir que si bien esta novela se concentra en la guerra civil y su coyuntura, esta es también una obra que nos recuerda la importancia del amor y su poder salvador.
Gracias @fer_libros por esta magnífica recomendación.
P. D. Es bueno estar de vuelta por estos lares.
«…deseaba hacerle notar que era preciso vivir toda una vida en las dos noches que a uno se le dan para vivir».
«Un hombre inteligente se ve obligado a emborracharse algunas veces para poder pasar el tiempo con los imbéciles».
«Hay que aceptar muchas cosas para ganar una guerra».
«En la guerra no había lugar para uno mismo».