Esta historia nos transporta a un pequeño pueblo llamado Comala, un sitio «en la mera boca del infierno» en donde alguna vez un cúmulo de hombres y mujeres vivieron, amaron y sufrieron. Ahora se encuentra habitado por fantasmas, los muertos conviven con los pocos vivos que aún permanecen allí, sitial en el cual se continúan reproduciendo los eventos del pasado.
Juan Preciado debe trasladarse a Comala conforme a la promesa hecha a su madre en su lecho de muerte, y bajo la premisa de conocer a ese hombre quien fue su padre, Pedro Páramo.
La novela está ambientada durante la Guerra de los Cristeros (1926-1929) en México. Me pareció muy interesante cómo se retrata la vida en el campo en aquella época; los actos inmisericordes, la prepotencia y los abusos del patrón; la consecuente desidia de los trabajadores; la pobreza reinante en el pueblo; la violencia en el alma de los hombres.
La historia, además, me recordó cuan distintas son las concepciones del tiempo entre la gente que vive en estadios rurales y me hizo pensar en las distintas valoraciones que detentamos sobre la vida y la muerte, en los mitos y las creencias populares.
Entiendo que uno de los aspectos geniales de esta obra es la línea de tiempo de la narración. No puedo negar que en ocasiones me costó un poco ubicarme en los eventos que estaban aconteciendo en la historia. Aunque este asunto es perfectamente solucionable si se opta por leer Pedro Páramo de forma cronológica, una opción que ofrecen algunas ediciones de este libro con el afán de facilitar la compresión. Yo leí la obra de corrido, es decir, de la forma clásica.
Les recomiendo recorrer esta fantástica obra de realismo mágico, misma que te deja con ganas de explorar las interpretaciones que se han hecho sobre ella a todo nivel.
«Este pueblo está llenos de ecos. Yo ya no me espanto. Oigo el aullido de los perros y dejo que aúllen. Y en días de aire se ve al viento arrastrando hojas de árboles, cuando aquí, como tú ves, no hay árboles. Los hubo en algún tiempo, porque si no ¿de dónde saldrían esas hojas?».
«Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace».
«Hay pueblos que saben a desdicha».
Calificación: 5/5