En alguna ocasión, un médico vinculado a la investigación de las afectaciones sobre la salud, producidas en habitantes de comunidades aledañas a zonas en donde se ejecuta actividad petrolera, me dijo: «El terror se queda en la retina». La frase se me quedó grabada en la memoria porque comulgo enteramente con ella. No me agrada ver cine de terror o de terror psicólogico, es más, nunca elijo películas de estas categorías. Sin embargo, quería darle una oportunidad a una novela de este género para saber si compartía esta impresión sobre el terror psicólogico percibido de manera escrita.
Paul Sheldon, un famoso escritor americano, especialmente conocido por su saga literaria denominada «Misery», se ve inmerso en un accidente automovilístico. Una psicótica ex enfermera, llamada Annie Wilkes, salva su vida y, posteriormente, lo mantiene cautivo en su hogar bajo un régimen de dependencia narcótica, terribles tensiones emocionales y espeluznantes castigos físicos.
Annie Wilkes tiene el poder de instalarse en la mente lectora. Es un personaje tan complejo, aberrante y terrorífico que te impulsa a terminar con premura la lectura, sin dejar de preguntarte cuál va a ser su próxima acción.
Debo decir que leer esta novela me generó mucha más tensión y escalofríos que ver cine de este tipo en la tele. El talento que tiene Stephen King para mantenerte en vilo de principio a fin es innegable. Además, la novela, como era de esperarse, contiene muchos datos que no constan en la famosa película y que son muy interesantes y esclarecedores. Cuando ví la portada de este libro digital, no entendí cuál era el sentido de la hacha, ahora lo sé.
Si disfrutan de este género, les recomiendo leer este relato conmocionante sobre la locura, la psicosis y el sufrimiento que padecen los enfermos mentales no tratados y sus víctimas. Una novela en la que somos testigos del poder salvador de la escritura como vía de escape al sufrimiento, y un relato en donde prima el deseo de supervivencia frente a lo indecible.
«Es bueno tener un poco de talento si quieres ser escritor, pero el único requisito auténtico es la habilidad para recordar la historia de cada cicatriz».
Calificación: 4/5