Ana convirtió los eventos nimios, cotidianos, apesadumbrantes y magníficos de su vida, aquellos acontecidos durante su encierro, en un recordatorio inolvidable de lo que fue el Holocausto para quienes permanecieron escondidos durante la ocupación de Holanda en la Segunda Guerra Mundial. Desde su fantástica forma de apreciación de la vida y su brillante capacidad de plasmarla en papel, nos transportamos a ese anexo en donde compartió su vida en compañía de otras siete personas por dos años.
Ana era sensible, fuerte, inteligente, determinada y soñadora. Es maravilloso el modo en el que expresaba sus sentimientos durante todo el período de encierro en el que vivió, la forma en que abordaba la molestia generada por la censura de los mayores, la mala relación que mantenía con su madre, así como el modo en que van surgiendo sus inquietudes sexuales y amorosas.
Ana me permitió volver en el tiempo hacia mi propia adolescencia. Es muy difícil no sentirse identificada con ella de muchas formas. Ana es la voz de las niñas y adolescentes de todos los tiempos. Fuera de las particularidades históricas, culturas, políticas y sociales en las cuales vivió, su perspectiva es perfectamente extrapolable a la de cualquier joven en cualquier momento histórico, de ahí lo trascendente e irrepetible de su obra.
Leí este libro a mis trece años, por lo que apenas recordaba partes de él, de hecho, creo que no lo culminé en aquel entonces. Por este motivo, no considero a esta una relectura de El diario de Ana Frank (1947), ya que siento que lo he leído por vez primera, experiencia que ha sido maravillosa y que me ha remitido a momentos sensibles de mi vida y me ha permitido ponerme en los zapatos de una genia que vivirá después de su muerte.
Lean este libro, conozcan a Ana.
«Las personas libres jamás podrán imaginar lo que los libros significan para quienes están escondidos».
«Aquel que es feliz puede hacer dichosos a los demás. Quien no pierda el valor ni la confianza, jamás perecerá en la calamidad».
«Quiero seguir viviendo, aun después de mi muerte».