Hoy me propuse terminar un libro que comencé hace ya más de un mes atrás y no consigo culminar. No es por falta de méritos del autor, es que ando con la mente dispersa, entre mis arranques de Art Attack, el lavado de la ropa y la preparación de la comida, a todas luces, mis actividades preferidas de procrastinación.
Este libro del fantástico Roncagliolo, “La noche de los alfileres”, me traslada a mi adolescencia. Época en la que adolecía, especialmente, de sentido crítico. Que maleables, inocentes e ignorantes podemos ser en aquella edad. Yo creía que el mundo giraba en torno a mi. Cuán inmensamente limitada era mi perspectiva del mundo.
Aquella fue una época compleja, que no se malentienda, no padecía de ningún problema grave, de hecho, tenía amigos, salud y ningún vicio. Nunca fui enamoradiza, al menos en aquel entonces, así que no tuve novio. Sin embargo, tenía una relación difícil con mi padre. Éramos como usualmente se dice, “palo con piedra”. Nunca estábamos de acuerdo y discutíamos continuamente. Mi hermana siempre decía que era una adolescente compleja, probablemente lo fui. Siempre añoré hacer las cosas a mi manera y a mis tiempos. Nunca me he gustado que me digan qué hacer.
Después de la muerte de mi padre y al culminar la secundaria dejé mi ciudad natal, que era por aquel entonces más pueblo que urbe, y me fui a estudiar en la capital. Solo puedo decir que de no haber estudiado Sociología, jamás me habría convertido en la persona que soy hoy. Muchos dicen que los sociólogos están destinados a sufrir continuamente porque entienden, mayormente, los fenómenos sociales que suscitan a su alrededor, lo cual puede llevar a hacerles sentir tristeza constante.
Para mi, la carrera significó la remoción de viejos complejos, la apertura a nuevas realidades y la transformación de mi perspectiva para siempre. Me volví un poco más honesta, humana, sensible y crítica; menos burda y superficial. Creo que nunca entenderé en toda su magnitud, lo afortunada que soy al haber podido aprender todo lo que me enseñaron los libros y en aquella universidad.
El conocimiento trae consigo muchas alegrías así como insatisfacción. Sin embargo, prefiero ver a la luz de este entendimiento lo que ocurre a mi alrededor, en lugar de volver a mirar las cosas y a las personas desde mi perspectiva de antaño.
Los jóvenes del libro de Roncagliolo hacen una revisión de su pasado y hablan acerca de los días de su adolescencia y los graves errores que cometieron. Como todos, ellos también hubieran preferido no cometer algunos. La adolescencia es una época confusa para la mayoría, seamos honestos, ¿quién se atrevería a calificar a esa etapa de la vida como una época de ensueño?
Me dispongo a continuar mi lectura, veamos cómo termina la historia de los adolescentes furibundos y de su profesora cruel. Seguro no será un final feliz. Vaticino que me enfrento a un final digno de un thriller de Roncagliolo. Un drama en el que entender el desenlace de la vida es siempre una tarea inimaginable.
Foto de portada por: Comfreak en Pixabay